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el relato de Encarnación

 3º relato escrito por Encarnación
Temptation of Devil
por Encarnación Fernandez Pérez
Arcángeles y demonios ¿Quién iba a creer ese cuento? ¿El loco de su padre que le lavó el cerebro a Sofía y ahora cree estar enamorada de un ángel celestial?

Sofía estaba destinada a estar con él, ella lo miraba de manera especial, él no se equivocaba. Ahora se había puesto en medio el típico guaperas al que odiaba, con ínfulas de ángel del cielo y todo, horroroso. ¿Sofía creía en esos cuentos de hadas?

Sentado en su porche, sin hacer mas nada que beberse una cerveza, se encontraba, pensando y pensando. ¿Él era menos que el otro? ¿Por qué no podía quererlo a él, si la adoraba por encima de todo, desde siempre? Así sumergido en cavilaciones en forma de espiral se encontraba, cuando ante él apareció una señorita sollozando con el rostro contraído por el susto.

Esto hizo que Tito sobresaltado se pusiese inmediatamente en pie. ¿Dé donde había salido esa muchacha color canela, de pelo negro azabache? ¿Por qué lloraba, que le ocurría?

- ¿Qué te pasa?

- Escóndeme rápido, por Dios.

- ¿Dios? Yo no creo en Dios.

La muchacha bajó la mirada y se sujetó fuerte a su fornido brazo.

- Ayúdame rápido, están cerca.

- ¿Pero de que hablas? ¿Dé donde has aparecido? ¿Cómo has entrado? ¿De quién huyes? - estaba completamente descolocado.-

- Huyo del diablo.

- ¿Pero que hablas? ¿Otra loca?

- Acéptalo, los ángeles existen.

Tito quedó estupefacto, repasándola con los ojos entornados.

- ¿Cómo sabes que no creo en ángeles?

La muchacha sujetó su brazo y tiró de él, era demasiado fuerte para ser una simple mujer. Se escondió ella y lo obligó a esconderse a él, tras una mesa colocada con austeros adornos, típicos de una casa donde solo habitan hombres.

A través de las cristaleras, el impresionado Tito vio pasar por el jardín a un tipo calvo, con unas enormes gafas de sol. Su color de piel era ceniciento y se movía de un lado para otro con una rapidez pasmosa.

- Agáchate mas -le dijo la chica-

- Pero ¿Quién es? Si parece el cantante de La mosca.

La chica casi lo fulmina con la mirada y Tito pudo darse cuenta. ¿De qué iba todo aquello? Parecía una emboscada y no quería sentir miedo, pero todo era demasiado surrealista.

-              Si no me dices ahora mismo de que va todo esto, saldré de aquí y …

La chica, con rostro lastimero se sujetó a su brazo.

-              La verdad…ese hombre es un ángel caído, me busca porque yo soy la hermana del Arcángel Gabriel.

-              ¿La hermana de quien…? ¿De ese…con ínfulas de querubín? – vocalizó lentamente, a la vez que se soltaba de la mano de aquella morena y bella chica- ¿Entonces me estás queriendo decir que los ángeles no son de las novelas de fantasía y que cuando hemos rezado cuatro ángeles guardan mi cama se referían a seres como vosotros?

La chica rió ante sus ocurrencias.

-              Si existimos, ya ves…aunque tu mente escéptica no pueda aceptarlo y también están ellos, los caídos, los demonios…ellos que ponen en peligro a los humanos de la Tierra y que nos buscan para acabar con nosotros.

-              Entonces…-dijo sin dejar mirar de un lado a otro, estupefacto, hasta que por fin fijó su mirada en aquella mujer- ¿Todo lo que me dijeron Sofía y papá era verdad?
-              ¿Qué te dijeron?

Tito se llevó las manos contra el rostro.

-              Que estúpido, no pude creerla y ahora por mi culpa estará en peligro.

-              No…se que ella está con mi hermano, pero… ¿Tu sabes dónde están? Es importante saberlo, tengo que llevarle un mensaje a mi hermano, Sofía está en peligro.

Tito la miró con cierta desconfianza.

-              ¿Cómo puedo saber que tu eres hermana del mustio ese?

La chica sonrió dulcemente.

-              Que malo eres, insultar a mi hermano en mi cara…Solo te queda confiar o desconfiar, pero recuerda que la vida de Sofía depende de ti. –La chica apretó el brazo de Tito y se puso en pie para irse-

-              Espera… ¿Y tú? ¿Y ese hombre que vino buscándote?

-              Ya se fue…lo percibo lejos.




-              ¡Andreida! – gritaba una voz grave y demoniaca-

La chica morena, entre nubes de humo con olorcillo a azufre, miraba a un hombre enmascarado y bajo una capa negra que se encontraba frente a ella.

-              Lo siento amo, ese imbécil no es tan confiado e ignorante como todos pensábamos.

-              Sabes que puedes decirme padre…Y así quiero que te veas, como la hija del mismo Lucifer, para que recuerdes el rio de sangre que tienes que dejar allá por donde vayas.

-              Padre, tuve ganas de devorarme a ese hombre…pero me contuve por llegar al premio gordo, la tal Sofía.

-              Si, sabes que es a ella a la que queremos…Tienes que volver al estúpido ese, sácale rápido esa información, es el único que sabe donde está escondida su amada Sofía y ese es su punto débil, su amor por ella.

-               Amor…- se rió la chica- Pero que estúpidos son los mortales, llaman amor al deseo de tener sexo con alguien. Va a ser agradable derrotar al mismo Arcángel Gabriel gracias al... ¿amor? de un desgraciado mortal.

Tito conversaba con su padre, sentados los dos en el portal de su casa.

-              Si padre, aquí mismo apareció, de la nada.

Lorenzo quedó pensativo.

-              ¿Cómo era?

-              Morena, fuerte, alta y con un rostro…especial, era hermosa pero…exótica.

-              Marcos…

-              ¿Qué padre?

-              Esa descripción no me encaja en la de una angelical criatura.

-              ¿Acaso los ángeles solo pueden ser rubios? Padre, eso es discriminante…

-              Piensa en el meollo de la cuestión, realmente los ángeles de luz son claros…

La mirada pensativa de Tito se perdió en la nada.
Al rato se encontraba solo y cavilando de nuevo, últimamente solo sabía vivir así, sumergido en sus recuerdos.
Ahora recordaba cuando acompañó hasta aquel avión a Sofía y ella allí respondió a su beso, con esa pasión, con ese sentimiento… ¿Cómo podía decir entonces que no lo amaba?

-              ¿Cansado de ser el antagonista?

Tito miró a su lado, dando un repullo del susto, allí estaba sentada la chica morena del día anterior.

-              ¿Otra vez tú?

-              Siempre, en las historias, los protagonistas consiguen el amor de la protagonista y encima al no correspondido lo cargan con la cruz de ser el segundón de la historia y el que está dando la lata, además su sentimiento nunca será amor puro, para no contrarestar al pobre protagónico, lo que sentirá al final será obsesión, un sentimiento muy feo… típico de un enfermo mental.

Tito cabreado la tomó por los brazos y zarandeó.

-¿Y estás segura de que el protagonista de esta historia, es tu hermano?

La chica se puso seria de golpe.

-              Claro que es mi hermano y si tu sentimiento de verdad es puro y no una simple obsesión, la salvarás, me dirás donde se oculta.

-              Qué extraño que tu hermano no te lo haya dicho…

-              Si me lo apuntó, pero he perdido la dirección.

-              ¿Quién te cree eso? Tú no eres un ángel de luz, tú eres una caída.

El rostro de Andreida se descompuso, había intentado disimular bastante su aspecto de demonio, pero no había logrado quitarse la oscuridad de encima.
Su reacción tras escuchar aquello, fue lanzarse a Tito, para besarlo salvajemente, mientras le decía entre susurros seductores.

-              Dime donde está, a ella nunca le importaste, solo te utilizó, prefirió a ese ángel porque lo vio mejor que a ti. Dime donde están y te prometo que no le haré daño a ella, solo quiero conseguir a Gabriel, vamos a destruir a ese Arcángel, lo queremos a él, a tu rival. Luego tu serás el que consuele a Sofía por su muerte, ella no sabrá que fuiste tu.

Tito, parecía hechizado entre beso y beso, se entregaba al placer que le producía aquella pécora, pero era incapaz de emitir una sola palabra.
Esta se separó unos solos milímetros de su boca , sujetando el cuello de su camisa.

-              Dime donde está.

-              ¿Eres una caída? – Balbuceó este-

-              ¿Has escuchado hablar de Jesucristo?

-              El hijo de Dios.

-              Pues yo soy la anticristo, la verdadera anticristo, la hija del diablo. El diablo es mejor que Dios, solo tienes que ver que escogió a una mujer para ser su hija, escogió reencarnarla en una mujer y confió en nuestra fuerza. Dios reencarnó a su hijo en un varón, su biblia es realmente asquerosa y machista, la mujer buena es la que calla y obedece al marido.

-              Tienes razón –susurró Tito, que solo deseaba volver a unir sus labios a los de Andreida, pero esta se apartó- Sofía…ella está oculta en una caverna, custodiada por Gabriel.

-              Con el que vive un romance pecaminoso…luego somos nosotros los seres malvados llenos de lujuria, ni un ángel de luz es capaz de ser completamente puro.

-              ¿Y vosotros sois completamente malvados?

-              Dime dónde está esa caverna y responderé a tu pregunta.

-              Está a las afueras de Granada. Tengo un mapa de cómo se llega, ahí dentro.
Andreida abrió sus dedos, color ceniciento y los enlazó con los de Tito.

-              A ver, llévame hasta el mapa.

Tito, hechizado no opuso resistencia y le dio el mapa.

Esta le sonrió, rozando con la punta de sus dedos la mejilla de este y le dijo:

-              No has sido capaz de salvarla por amor, pero si por odio a Gabriel. Mi respuesta a tu pregunta es SI, somos completamente malvados.

Tras decir esto, Tito sintió como una corriente eléctrica recorría su cuerpo completamente y esta mujer desapareció dejando una nube de azufre, en el lugar donde habían estado posados sus dedos ahora solo quedaba un terrible escozor. Se asomó rápido y enloquecido al espejo y vio un trozo de quemadura en su piel.

-              Sofía…-susurró, dándose cuenta del terrible error que acababa de cometer-



Un grupo de seres cenicientos y ojos color anaranjados y destellantes hasta cegar, caminaban en medio de campos granainos. Andreida, ahora convertida a lo que realmente era, con su piel apagada y sus ojos brillantes y llenos de maldad, sujetaba en sus manos aquel mapa.

-              Hemos llegado –dijo al fin, clavando su vara de mando en la Tierra- Aquí debajo se encuentra escondido como una rata un ser del cielo.


Tito corría despavorido, con mas nada que una mochila al hombro. Rapidamente cogió su coche y aceleró.

-              No llegaré a tiempo, perdóname Sofía. Mi ansia por conseguirte, me ha cegado… O quizás, fueron los besos de aquella mujer…La verdad es que sentí algo que ni contigo he llegado a sentir Sofia, pero te amo a ti ¿Porqué te hice esto?


-              Han llegado – dijo un estremecido Gabriel-

-              ¿Ahora qué hacemos? –respondió una angustiada Sofía, que ni en aquellos momentos podía dejar de mirar con amor a Gabriel, aunque supiera que no podía estar con él. Era tan complicado…tenerlo tan cerca y no poder siquiera tocarlo.
No pudieron hacer nada, rápidamente tuvieron al grupo de caídos ante sus ojos.

-              Hola…tenéis visita – Dijo Andreida, burlona- Por fin os tenemos en nuestras garras .- dijo, mostrando unas afiladas uñas y mostrando sus dientes- Tu querido Tito nos dijo que estabas aquí.


Sofía negaba con la cabeza.

-              Es imposible, él jamás haría eso.

-              Se cansó de ser tan idiota.

Tras decir esto, Andreida voló hacia Sofía y la capturó entre sus garras, volando con ella entre sus brazos. Sofía se encontraba en estado inerte allí, envuelta.

Gabriel voló hacia ellas y sacó una espada dorada.

-              ¡Lucha conmigo, Lucifer!

De repente, el verdadero Lucifer apareció allí, cubierto por una tétrica capa y enmascarado, riendo a carcajadas ante el triunfo de tenerlos capturados.

Andreida dejó caer a Sofía desde arriba, pero Gabriel la tomó en sus brazos.

Sofía, con los ojos anegados en lágrimas, miró los azules cristalinos de Gabriel.

-              ¿Porqué me buscan a mi?

-              Porque tu eres mi talón de Aquiles, en realidad me buscan a mi…Pero solo pueden destruirme a través de ti.

Sofía cerró sus ojos, agotada.

Poco tiempo faltó para que apareciese Tito y se pusiera ante la imagen de Gabriel y Sofia, que levitaban.

-              Yo no tengo espadas espirituales ni se de luchas celestiales, pero tomadme a mi y dejarlos a ellos.

-              Este idiota ya se enteró de que para morir Gabriel tiene que morir Sofía. –Susurró Andreida-

-              ¿Qué? –quedó boquiabierto Tito- No lo sabía, pero ahora con mas razón, entrego mi vida.

-              No, esto es algo entre nosotros, vete muchacho. –dijo Gabriel-

-              No hay escapatoria –rió amargamente Tito- Se que soy un simple mortal, pero…

-              Andreida- clamó la voz de ultratumba del diablo- Convierte en caído a ese imbécil y después acaba con Sofía.

-              Pero padre…este…- dijo mirando de abajo a arriba a Tito- Es demasiado inepto para ser de los nuestros.

Tito clavó su mirada llena de rabia y dolor en Andreida.
-              ¿Qué absurdo estás diciendo Andreida? ¡Conviértelo o acaba con él!

-              ¡No puedo padre!

-              ¡¿Por qué?!

-              No sé.

Tito impresionado la miró y sentía que en ese momento su corazón se desbocaba, miró hacia arriba y vio flotando las figuras angelicales de Gabriel y Sofia.

-              Tito –susurró Sofía- Vete, por Dios.

El diablo al escuchar el nombre de Dios se retorció, echando un liquido viscoso por todo el cuerpo.

-              ¡Mátalo Andreida, Mátalo!

Andreida negó con la cabeza, el demonio la apuntó con su dedo abyecto y le lanzó un rayo que rebotó mil veces hasta que dio en su nuca y esta comenzó a temblar.

-              ¡No! –gritó un Tito lloroso, sintiendo dolor al ver aquello-

Andreida se deshizo, convirtiéndose en una masa viscosa sobre el suelo, de olor putrefacto.

-              El mismo Dios llevó a la cruz a su hijo y lo mató, mi destino es el mismo, matar a mi propia hija, la cosa es que Dios es bueno y mata ¿No Gabriel? –dijo, alzando sus ojos y acercándose a la figura de Gabriel y Sofía-

Tito lloraba, sin saber muy bien porqué.

El diablo apuntó con su vara de fuego a la figura de Gabriel y la de Sofía. Tito se alejó, mirándole la nuca al mismo Diablo, con sus ojos llenos de dolor y rabia. En un momento inesperado, cuando nadie prestaba atención a un simple mortal, este se lanzó sobre el mismo diablo, pinchando puntas de alfileres en un trozo de masa viscosa que tenía en su nuca. El diablo daba alaridos de dolor, pero no moría, no se descomponía, parecía indestructible.
Todos los caídos corrían hacia Tito, para cogerlo y hacerlo pedazos. Pero Tito clavó sus dientes en la nuca del Diablo y este desapareció con todos sus caídos.

Tito cayó sobre el suelo y Gabriel y Sofía corrieron veloz hacia él, para atenderlo. Este abrió sus ojos ante una Sofía desesperadamente preocupada que lo zarandeaba. Le sonrió y pudo ver la mirada de horror de la chica, los ojos de Tito ya no eran color miel, ahora eran anaranjados.